Se decía de ella ser una niña de cabellos marrones.
Se decía de ella tener siempre una sonrisa amistosa.
Se decía de ella ser diferente.
Se decía de ella tener muchos amigos, cuando no tenía a nadie.
Se decía de ella ser mala clase.
Se decía de ella ser irreverente.
Se decía de ella ser impaciente.
Se decía de ella ser mala persona.
Se podía oír de ella cosas, tanto falsas como verdaderas, pero nadie sabría identificarlas. No importaba cuan cercanos a ella fueran.
Ella, que con tanto teniendo, nada tenía.
Ella, que con tantos amándola no amaba a nadie.
Ella, que con tanta alegría aparentada, no era más que un mar de lágrimas.
Ella.
Ella que tenía que usar una máscara todos los días para que nadie descubriera su secreto, ese que a nadie contaba.
Ella que ocultaba todo su ser detrás de un camuflaje.
Ella que tenía miedo de ser quien era.
Ella que le tenía miedo a vivir.
Ella que rezaba sin creer.
Ella que creían ser alguien,
Ella que no era nadie.
Ella que caminaba sola, cuando estaba acompañada.
Ella que un día fui yo.