martes, 11 de enero de 2011

Sueños

En mi mundo, el maravilloso arte de dormir no se podía comparar con otra cosa que no fuera tan maravillosa como despertar. Porque en ambos se soñaba. Y yo tenía fe, esperanza. Había algo que me decía que mis sueños se harían realidad.

Incluso cuando me repetía a mí misma cuan ilusa era al pensar que mis sueños se harían realidad, había algo en el fondo de mi mente que me decía que siguiera creyendo.

Y ese algo me impulsó a creer, a seguir adelante, a pensar que si soñaba, volaría. Y al volar, vería todo desde una hermosa, nunca antes vista perspectiva. Ese era mi sueño.

Quería crecer, dejar todo atrás y seguir adelante. No necesito de nadie, pero eso no quiere decir que no extrañaría a algunos. Porque lo haría. Hoy era el momento de cumplir uno de mis sueños: Ser alguien. Porque siempre había pensado que ser alguien no era existir. Ser alguien es hacer algo por lo que serás recordado. Así que ese era mi plan. Aunque aún no tenía idea de qué sería eso que yo haría. ¡Pues en un mundo donde todo está inventado, ¿qué se puede hacer para sobresalir?!

Pero, de alguna manera yo lo lograré. Y cuando lo haga, perseguiré otro sueño. Y así hasta mi muerte, cuando espero cumplir lo que será mi último sueño: Morir orgullosa de quién fui.

Así que cuando alguien me trate de detener, huiré.
Cuándo alguien me diga que calle, gritaré.
Cuando alguien me  haga dudar, responderé segura.
Y cuando tenga miedo, tendré confianza.


No se me antoja tan difícil, porque todas las cosas se hacen paso por paso. Y cuando pase algo que no me favorezca recordaré que sin lluvia no puede salir el arco iris.